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miércoles, 11 de enero de 2017

Lo atractivo de la fugacidad de las cosas

Hoy me voy a tomar la licencia de escribir, sobre algo que nada tiene que ver con el contenido ni la finalidad del blog, pero que necesito sacar fuera. Y que mejor manera de hacerlo que escribiéndolo. Así que pidiendo perdón por adelantado por tal osadía a mi anónimo lector, haya voy.



Antes de que empieces a leer, me gustaría proponerte una cosa. Si tienes un chicle a mano, desenvuélvelo y métetelo en la boca. Cierra los ojos y disfruta durante un minuto del intenso sabor del principio.

Bien. Ya ha pasado el minuto y mientras reanudas la lectura de este post, comprobarás como el sabor de tu chicle va perdiendo intensidad.

De eso quiero hablar hoy, de la magia de la fugacidad de las cosas

Siempre nos quejamos de que todo pasa rápido a nuestro alrededor. Los años nos pasan sin enterarnos. El tiempo vuela. Pero esa fugacidad o brevedad de las cosas es lo que la hace atractiva.

Piensa detenidamente en todas aquellas experiencias que más nos gustan. La mayoría han sido breves…….una puesta de sol, unas vacaciones, un orgasmo, un beso robado….en definitiva, cualquier otra situación que dure menos de lo que nos gustaría que durase.


Si cualquiera de estas experiencias que he descrito y cualquiera de las que has pensado, mi anónimo lector, se prolongara en el tiempo, sin dudarlo, perderían su encanto.

Me resulta casi cómico, que uno de los retos más importante en los que trabaja la ciencia sea alargar la Vida. Y lo digo, porque soy de los que pienso que para qué queremos vivir más tiempo. Nuestra Vida no es corta, al contrario, vivimos mucho. (https://actualidad.rt.com/actualidad/226313-cientificos-revertir-envejecimiento-organos)

¿No me crees?

Pues nuestras acciones en el día a día no dicen lo mismo. Nos quejamos de que la Vida es muy corta y sin embargo cada vez perdemos más tiempo en banalidades.

¿Por qué decimos una cosa y actuamos de otra?

Porque tenemos millones de minutos. Y como tenemos tantos, no los apreciamos.

Te pongo un ejemplo: la mosca. Su existencia se limita a un máximo de 24 horas (si ningún insecticida, araña, lagarto o la mano de un cabreado humano acaba con ella antes) y durante ese tiempo, va de aquí para allá exprimiendo su existencia.  

Estoy convencido qué si en lugar de 24 horas viviese 24 años o más, no aguantaría ese ritmo.

En conclusión: No disfrutamos con plenitud de la Vida porque somos muy longevos.

O eso creemos la mayor parte de nuestra Vida, por qué de hecho, cuando a una persona le diagnostican una enfermedad terminal y sabe que le queda poco de Vida, es cuando comienza a saborear cada minuto que le resta de la misma.

Sólo entonces es cuando apreciamos cada momento que vivimos. Sólo entonces nos damos cuenta que ya no sentiremos más, que no nos enfadaremos con las cosas que no nos gustan, ni nos reiremos y abrazaremos con nuestros seres queridos. Ya no nos cabrearemos con Hacienda, ni nos quejaremos más del dolor de cuello por dormir en mala postura, ya no sentiremos más la complicidad de una mirada, el tacto de una acaricia. Ya no tendremos más ilusiones, sueños o fantasías. Ya no veremos más nuestro cuerpo.


Mientras, nos pasamos el resto de la Vida deseando que el tiempo pase de prisa. Estamos deseando que pasen los años para ser mayores de edad, estamos deseando que pasen los meses para que lleguen las vacaciones, estamos deseando que pasen los días para que llegue el fin de semana o cualquier otra cosa que deseemos. Y todo ello, a pesar de que el minutero avanza lentamente.

Si no me crees, mira el reloj mientras esperas en la consulta del dentista antes de ser atendido y dime que los minutos no se hacen eternos.

La diferencia radica, que en estas situaciones es cuando nos paramos a observar cada momento que vivimos (en este caso en la consulta).

Es fácil idealizar el futuro imaginado pensando que cuando éste llegue, todo será perfecto. Pero cuando llega, la realidad que encontramos nos muestra nuevos obstáculos a los que enfrentarnos y entonces volvemos a idealizar un nuevo futuro con el único fin de escapar otra vez de la realidad, del presente que tenemos.

Presente, en el que podemos encontrar todo lo que necesitamos para ser felices y si no lo somos, no es porque la Felicidad nos espere en el futuro,  simplemente es que no sabemos encontrarla y apreciarla en el presente.

Y sin darnos cuenta las manillas de nuestro reloj avanzan de manera lenta pero implacable. Los años van pasando y con ellos las oportunidades de disfrutar de este maravilloso capricho del Universo que es la Vida. No hay vuelta atrás. El tiempo no vivido, no aprovechado, lo hemos perdido. Sólo hay una oportunidad de vivir ese segundo, ese minuto, esa hora que señala nuestro reloj. Sólo una. ¡No la desaprovechemos!


Juguemos nuestras cartas hasta el final de la partida. Da igual si ganamos o perdemos, ese es el secreto de la Vida: Disfrutar del placer de jugar, bien merece vivir la Vida. O como dice una copla de mi Tierra: ”En la Guerra y en el Amor a ganar por descontado, pero si se pierde, da igual……¡Y el ratito que hemos echado!”

Fotos: Google imágenes

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