Hoy me voy a tomar la licencia de escribir, sobre algo que nada tiene que ver con el contenido ni la finalidad del blog, pero que necesito sacar fuera. Y que mejor manera de hacerlo que escribiéndolo. Así que pidiendo perdón por adelantado por tal osadía a mi anónimo lector, haya voy.
Antes de que empieces a leer, me gustaría proponerte una
cosa. Si tienes un chicle a mano, desenvuélvelo y métetelo en la boca. Cierra
los ojos y disfruta durante un minuto del intenso sabor del principio.
Bien. Ya ha pasado el minuto y mientras reanudas la lectura
de este post, comprobarás como el sabor de tu chicle va perdiendo intensidad.
De eso quiero hablar hoy, de la magia de la fugacidad de las
cosas
Siempre nos quejamos de que todo pasa rápido a nuestro
alrededor. Los años nos pasan sin enterarnos. El tiempo vuela. Pero esa
fugacidad o brevedad de las cosas es lo que la hace atractiva.
Piensa detenidamente en todas aquellas experiencias que más nos
gustan. La mayoría han sido breves…….una puesta de sol, unas vacaciones, un
orgasmo, un beso robado….en definitiva, cualquier otra situación que dure menos
de lo que nos gustaría que durase.
Si cualquiera de estas experiencias que he descrito y
cualquiera de las que has pensado, mi anónimo lector, se prolongara en el
tiempo, sin dudarlo, perderían su encanto.
Me resulta casi cómico, que uno de los retos más importante
en los que trabaja la ciencia sea alargar la Vida. Y lo digo, porque soy de los
que pienso que para qué queremos vivir más tiempo. Nuestra Vida no es corta, al
contrario, vivimos mucho. (https://actualidad.rt.com/actualidad/226313-cientificos-revertir-envejecimiento-organos)
¿No me crees?
Pues nuestras acciones en el día a día no dicen lo mismo.
Nos quejamos de que la Vida es muy corta y sin embargo cada vez perdemos más tiempo
en banalidades.
¿Por qué decimos una cosa y actuamos de otra?
Porque tenemos millones de minutos. Y como tenemos tantos,
no los apreciamos.
Te pongo un ejemplo: la mosca. Su existencia se limita a un
máximo de 24 horas (si ningún insecticida, araña, lagarto o la mano de un
cabreado humano acaba con ella antes) y durante ese tiempo, va de aquí para
allá exprimiendo su existencia.
Estoy convencido qué si en lugar de 24 horas viviese 24 años
o más, no aguantaría ese ritmo.
En conclusión: No disfrutamos con plenitud de la Vida porque
somos muy longevos.
O eso creemos la mayor parte de nuestra Vida, por qué de
hecho, cuando a una persona le diagnostican una enfermedad terminal y sabe que le
queda poco de Vida, es cuando comienza a saborear cada minuto que le resta de
la misma.
Sólo entonces es cuando apreciamos cada momento que vivimos.
Sólo entonces nos damos cuenta que ya no sentiremos más, que no nos enfadaremos
con las cosas que no nos gustan, ni nos reiremos y abrazaremos con nuestros
seres queridos. Ya no nos cabrearemos con Hacienda, ni nos quejaremos más del
dolor de cuello por dormir en mala postura, ya no sentiremos más la complicidad
de una mirada, el tacto de una acaricia. Ya no tendremos más ilusiones, sueños
o fantasías. Ya no veremos más nuestro cuerpo.
Mientras, nos pasamos el resto de la Vida deseando que el
tiempo pase de prisa. Estamos deseando que pasen los años para ser mayores de
edad, estamos deseando que pasen los meses para que lleguen las vacaciones,
estamos deseando que pasen los días para que llegue el fin de semana o
cualquier otra cosa que deseemos. Y todo ello, a pesar de que el minutero
avanza lentamente.
Si no me crees, mira el reloj mientras esperas en la consulta
del dentista antes de ser atendido y dime que los minutos no se hacen eternos.
La diferencia radica, que en estas situaciones es cuando nos
paramos a observar cada momento que vivimos (en este caso en la consulta).
Es fácil idealizar el futuro imaginado pensando que cuando
éste llegue, todo será perfecto. Pero cuando llega, la realidad que encontramos
nos muestra nuevos obstáculos a los que enfrentarnos y entonces volvemos a idealizar
un nuevo futuro con el único fin de escapar otra vez de la realidad, del
presente que tenemos.
Presente, en el que podemos encontrar todo lo que
necesitamos para ser felices y si no lo somos, no es porque la Felicidad nos
espere en el futuro, simplemente es que
no sabemos encontrarla y apreciarla en el presente.
Y sin darnos cuenta las manillas de nuestro reloj avanzan de
manera lenta pero implacable. Los años van pasando y con ellos las
oportunidades de disfrutar de este maravilloso capricho del Universo que es la
Vida. No hay vuelta atrás. El tiempo no vivido, no aprovechado, lo hemos
perdido. Sólo hay una oportunidad de vivir ese segundo, ese minuto, esa hora
que señala nuestro reloj. Sólo una. ¡No la desaprovechemos!
Juguemos nuestras cartas hasta el final de la partida. Da
igual si ganamos o perdemos, ese es el secreto de la Vida: Disfrutar del placer
de jugar, bien merece vivir la Vida. O como dice una copla de mi Tierra: ”En la Guerra y en el Amor a ganar por
descontado, pero si se pierde, da igual……¡Y el ratito que hemos echado!”
Fotos: Google imágenes
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